230. Deja de aprender frases y ponlas en práctica (Séneca)

Está muy bien conocer las frases de Séneca, de los grandes estoicos y pensadores de la antigüedad, pero aquí no acaba la cosa: debemos ponerlas en práctica. No basta con escuchar cosas chulas en este podcast, debes de ponerlas en práctica. Ser responsable contigo mismo y tomar acción.

Aunque este proyecto comenzó sólo para hablar de entrenamiento, me he ido dado cuenta, a medida que uno va madurando, que hay una parte en la vida más importante que el entrenamiento, o mejor dicho, a un nivel superior. Esta parte más importante es aprender a afrontar la vida.

Y seguramente, como consecuencia de enfocar la vida de forma sencilla y responsable, de forma estoica, queramos hacer un entrenamiento sencillo y eficaz.

Antes de pasar con la carta de hoy quiero anunciaros que ya puedes apuntarte al Correo de Séneca. Es una lista de correo en la que recibirás una frase de Séneca todas las mañanas, para que mientras te tomas el café (o lo que sea que te tomes) puedas madurarla un rato. Ir al Correo de Séneca (para poder apuntarte tienes que ser socio).

También comentarte que desde hoy puedes ver el podcast. Ahora también me grabo en vídeo al hacer el podcast y acompaño de alguna imagen o vídeo cortito para hacerlo más ameno. Lo encontrarás en mi canal de Youtube, se llama como la web: migymencasa.

Pero volvamos con Séneca. El título original de su carta a su buen amigo Lucilio es «De las sentencias filosóficas». Aquí la tenéis:

Deseas que, como en las anteriores, inserte en estas cartas algunas sentencias de nuestros escritores famosos. No se entretuvieron aquéllos en floreos y en todas ocasiones es viril su estilo: conviene que sepas que hay desigualdad desde el momento que el eminente se hace notar.

No extraña ver un árbol grande cuando todos los de la selva son iguales. De estas sentencias están llenos los versos y las historias. Así es que no quiero que creas pertenecen a Epicuro, sino a todos y particularmente a nosotros. Pero se notan más en este autor porque son raras en él e inesperadas, sorprendiendo que un hombre que hace profesión de molicie diga algo enérgico. De esta manera juzgan casi todos; para mí Epicuro es fuerte, aunque muy encubierto.

El valor, habilidad e inclinación a la guerra se encuentra de la misma manera en los Persas que en los pueblos que llevan las calzas remangadas. No debes pedirme sentencias raras y escogidas, porque entre nosotros es común lo que entre otros es raro. Así es que no tenemos muestra para engañar al comprador que no ha de encontrar nada cuando entre en la tienda.  Le permitimos tomar ejemplares y cuanto quiera.

¿Crees que pensamos separar algunas sentencias del gran número que poseemos? ¿a quién se las asignamos? ¿a Zenón, a Cleanto, a Crysippo, a Panaecio o a Posidonio? Nosotros no tenemos tutor, cada cual goza de sus derechos. Entre los demás, cuanto dicen Hermaco o Metrodoro se refiere al jefe de la escuela. Cuanto se trata entre ellos está bajo los auspicios y autoridad del maestro. Repito que no podemos, aunque lo intentemos, elegir nada entre tan considerable copia de cosas iguales.

Es de pobres contar el rebaño.

En cualquier parte que fijes la vista, encontrarás siempre algo que podría admirarse si el resto no fuese igual. Debes, por tanto, desechar la idea de que puedes saborear en extracto el genio de aquellos eminentes varones; necesario es leerlos por completo, examinarlos por todos lados. Sus obras, que llevan el carácter de su ingenio, están de tal manera tejidas que nada podrías entresacar sin destruirlas; consiento en que estudies cada miembro separadamente, con tal de que los consideres en el mismo conjunto.

No se reputa bella una mujer por tener la pierna o el brazo bien formados, sino cuando, sin considerar ninguna de sus partes, se forma buena idea de todo su cuerpo. Sin embargo, si así lo deseas, obraré generosamente contigo y te daré a manos llenas.

Existen muchas cosas buenas derramadas en nuestros libros y no hay más que coger, sin necesidad de elegir, porque no caen gota a gota, sino con abundancia y sin intermisión. No dudo que serían muy útiles a los que están aprendiendo aún, porque se retiene con más facilidad lo concreto y medido a manera de verso. Por esta razón hacemos aprender sentencias a los niños, porque su espíritu se agobia fácilmente y no puede seguir adelante.

Pero es vergonzoso para un hombre buscar sentencias, aprender frases que son comunes y no darse a conocer más que por su memoria. Aliméntese por sí mismo, que diga y no recite, porque no está bien que un anciano o un hombre avanzado en edad hable de memoria.

Zenón dijo esto, ¿y tú? Cleanto esto otro, ¿y tú? ¿Hasta cuando te ha de guiar otro? Habla por ti mismo, di algo que te sea propio. Esto me hace creer que esas personas que siempre son intérpretes y nunca autores y que se cubren con la sombra de otro, no tienen valor, puesto que nunca se atreven a hacer lo que por tanto tiempo han estudiado. No aprenden más que para ejercitar la memoria.

Una cosa es recordar y otra saber; recordar es conservar lo que se ha confiado a la memoria; saber, por el contrario, es apropiarse una cosa, no necesitar ya auxilio ni mirar al maestro.

Esto dice Zenón, esto Cleanto. Diferénciate algo del libro, ¿por ventura estás aprendiendo aún? Ya es tiempo de que enseñes. ¿Qué necesidad tengo de escuchar lo que puedo leer cuando quiera?

-Mucho hace la viva voz me dirás.

-Pero no aquella que se limita a repetir las palabras de otro como haría un escribiente.

Añade a esto que todos los que se ponen en tutela de ciertos autores les siguen en opiniones que ya no se aceptan y en otras que aún no están establecidas. Nunca se descubriría nada si nos contentásemos con lo que ya se ha encontrado. Además el que sigue a otro nada encuentra y ni siquiera busca.

-¿Cómo? ¿no seguiré las huellas de los antiguos? -Me serviré de su camino, pero si encuentro otro más corto lo tomaré. Todos aquellos que discutieron cuestiones antes que nosotros, no son nuestros maestros, sino nuestros guías. La verdad está expuesta ante todos; ninguno se ha apoderado de ella y mucho queda aún para los que vengan detrás. Adiós.


Hasta aquí las enseñanzas de nuestro guía Séneca. ¡Dejad de aprender frases y ponerlas en práctica!

Si quieres tener todas las cartas de Séneca a su buen amigo Lucilio en papel o en formato digital,
las encontrarás en el libro Cartas de un ESTOICO.

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